El Salvador, junto a sus vecinos, necesitarán fuertes inversiones en generación y transmisión eléctrica.
Los países de América Latina y el Caribe necesitarán planes de expansión e inversión para el crecimiento de su sector energético y poder así suplir la creciente demanda de sus habitantes.
Un estudio elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señala que la demanda de la región se duplicará de los actuales 1,550 teravatios-hora (TWh) a entre 2,800 y 3,500 TWh en el año 2040, lo que representa una tasa de crecimiento anual de entre 2.7 % y 3.6 %.
En el caso de El Salvador, se prevé que la demanda crezca anualmente a un ritmo de 5.3 % hasta 2040, lo que implicaría una inversión del orden de $4,790 millones entre la incorporación de nuevos proyectos, el reemplazo de unidades existentes y la expansión de las redes de transmisión.
Gran parte de ese monto se concretará pronto, pues ya hay varios proyectos en marcha, sobre todo en energías renovables y gas natural, pero queda un 46 % aún no planificado.
Cuando nació el Consejo Nacional de Energía (CNE), el ente rector de la política energética, se hizo un plan hacia 2024. Este priorizó la incorporación de nuevas tecnologías. De hecho, de 2013 a 2018 El Salvador aumentó su capacidad de 1,584.8 MW a 2,056 MW, todo renovable; la inversión sumó $913.6 millones.
Actualmente hay varios proyectos en ejecución, entre los que destacan una planta de gas natural, el proyecto solar más grande del país, una represa hidroeléctrica y un campo eólico.
La incorporación de fuentes «limpias» es una tendencia en toda la región, como lo señala el estudio. A nivel regional, «la energía hidroeléctrica y el gas natural seguirán a la cabeza, con porcentajes del 45 % y 23 % respectivamente para 2040, pero con un porcentaje creciente de fuentes renovables no convencionales y un uso constante de la geotermia y los biocombustibles».
El Caribe y Centroamérica tendrán en promedio más generación con combustibles fósiles que los países del sur, 91 % y 54 %, respectivamente, para 2040. Esto se debe en parte al auge del gas natural, aclara el informe.
En El Salvador el búnker ocupa actualmente el 34.5 % de la matriz, le sigue la geotérmica con 25.1 % y la hidro con 23 %. También hay un importante aporte de la biomasa por el aporte de los ingenios azucareros y de la energía solar, que está en crecimiento. Además se importa energía –más que todo de Guatemala– a través del Sistema de Interconexión Eléctrica para Países de América Central (SIEPAC).
En cuanto al transporte de la energía, el BID sostiene que «es probable que en las próximas dos décadas se produzcan grandes avances en las tecnologías desplegadas en los sistemas eléctricos, produciendo cambios en la estructura y en el funcionamiento de las redes eléctricas».
Asimismo, que para que los nuevos usuarios finales se conecten a los generadores de electricidad, «América Latina debe invertir entre $51,000 millones y $79,000 millones en nuevas redes, lo que se traduce en un rango de entre 335,000 y 554,000 kilómetros, según las tendencias futuras de la demanda».
En El Salvador hay líneas de la Empresa Transmisora de Energía (ETESAL) y está la red de las distribuidoras privadas.