A los países que firmaron acuerdos de cooperación migratoria, el representante del gobierno de EE. UU. les ha planteado fortalecer la economía, pero no ofreció más detalles.
Mauricio Claver-Carone, asesor especial del presidente de Estados Unidos, anunció ayer en una conferencia de prensa telefónica que la administración Trump dejará de ver al Triángulo Norte de Centroamérica como un bloque y optará por establecer acuerdos bilaterales con Guatemala, Honduras y El Salvador.
Según el alto funcionario, están avanzando a “eliminar el concepto del Triángulo Norte que junta a esos países como si fueran iguales”.
Por ello, añadió, el objetivo de su gobierno es establecer relaciones bilaterales para fortalecer el crecimiento económico con base en las necesidades puntuales de cada país.
Claver-Carone sostuvo que este tipo de acuerdos será “histórico” y a la disposición de los gobiernos que han firmado acuerdos de colaboración migratoria: Guatemala, El Salvador, Honduras y México. Estos se han comprometido a recibir a solicitantes de asilo en EE. UU. mientras se tramitan sus solicitudes.
El 22 de septiembre, la canciller Alexandra Hill firmó junto al secretario interino de Seguridad Nacional de EE. UU., Kevin McAleenan, dicho acuerdo. Desde un inicio, este ha estado bajo críticas por, entre otras cosas, abrir la puerta a designar al país como territorio seguro para migrantes mientras miles de salvadoreños buscan salir cada mes, así como establecer de manera laxa las condiciones de aplicación del mismo.
El Diario de Hoy buscó a Cancillería y al secretario de Prensa de la Presidencia, Ernesto Sanabria, para conocer más detalles de estos acuerdos en materia económica, pero al cierre de esta nota no hubo respuesta.
Sin embargo, la canciller Hill adelantó que estará en Estados Unidos esta semana y que ahondará en los alcances del acuerdo migratorio. Esto abre la puerta a que se discuta sobre la nueva cooperación.
A revisión Alianza de Prosperidad
Según el asesor de Donald Trump, EE. UU. quiere eliminar el concepto de Triángulo Norte, lo cual además podría implicar el desmontaje de iniciativas como la Alianza para la Prosperidad, que buscaba abordar las causas regionales de la migración, y sobre la cual fue muy crítico en su conferencia de prensa ayer.
Esta iniciativa fue lanzada en 2014 por la administración Obama tras una crisis de niños migrantes detenidos en la frontera sur estadounidense. El objetivo del proyecto era abordar falta de productividad, corrupción y violencia en la región.
Sin dar más detalles, Claver-Carone se limitó a decir que quieren enfocarse “en ayudar bilateralmente a las comunidades empresariales, ciudadanos y fuerzas productivas para poder progresar de manera orgánica”.
El asesor de Trump tampoco aclaró cómo fortalecerán las capacidades instaladas de los países de la región que se han comprometido en materia de asilo, aunque manifestó intenciones de afrontar los retos migratorios de manera más efectiva y que el país pueda tener la infraestructura necesaria para recibir a solicitantes de asilo.
¿Oportunidad o declaración política?
De acuerdo a Roberto Rubio, director ejecutivo de Funde, es positivo pasar de una narrativa de bloque a un trato diferenciado. A su juicio, hay un estigma tras la etiqueta “Triángulo Norte” y ahora que el gobierno ha cambiado su postura ante Estados Unidos hay un espacio para buscar mejores acuerdos para el país.
Sin embargo, teme que acuerdos bilaterales solo enfocados en áreas económicas puedan resultar insuficientes y llama a no divorciar de éstos componentes democráticos o institucionales. “No se puede tener crecimiento sin combate a la corrupción o sin instituciones sólidas que den confianza”, sentencia.
El exembajador de El Salvador ante Estados Unidos y ante la ONU, Rubén Zamora, es menos optimista y considera que hace un tiempo la administración Trump ha buscado romper la narrativa de Triángulo Norte, pero de momento y sin más detalles “no hay nada nuevo”.
“Habría que esperar qué se concreta, de qué se trata”, dice, pero admite ser escéptico por la naturaleza de ambos gobiernos que ofrecen proyectos pero no facilitan detalles.
Asimismo, cree que no vale la pena haber firmado un acuerdo de asilos como el que se concretó a cambio de cooperación económica, pues sigue sin definirse cómo Estados Unidos va a fortalecer a El Salvador para poder cumplir. “El problema es que la política exterior de El Salvador con EE. UU. es de servicio, no de negociación. Estamos siendo muy generosos con Washington”, lamenta.
Por su parte, la economista Carmen Aída Lazo ve oportunidades con tener un abordaje diferenciado, pero se muestra cautelosa. Recuerda que con la Alianza para la Prosperidad no hubo fondos nuevos, sino “reempaquetamiento” de lo que ya había y espera que este no sea un anuncio que no traiga nuevos recursos. “Da la impresión de que son respuestas políticas a coyunturas para mostrar disposición de EE. UU. a apoyar la remoción de obstáculos que son más estructurales”, explica.
Finalmente, Lazo espera que esto se concrete en buenos recursos pero observa que los proyectos de cooperación suelen ser insuficientes si, por otro lado, se endurece una política migratoria que pueda traer un impacto en las remesas, uno de los pilares de la economía salvadoreña.
Por Ricardo Avelar | Recopilado de elsalvador.com el 8 de octubre del 2019.