En su primer discurso comparó a El Salvador con un niño enfermo al que su familia debe cuidar para que se recupere y debe tomar «medicina amarga». No dio lineamientos sobre sus planes para combatir los grandes problemas de inseguridad, empleo, educación y salud.
Un llamado a la «unidad» hizo ayer Nayib Armando Bukele Ortez en su primer discurso como presidente de El Salvador, en el que también dotó de «responsabilidad» a la ciudadanía para poder escribir una «nueva historia», aunque se deba «tomar un poco de medicina amarga» .
Para ello, dijo, es necesario «pasar la página de la posguerra» y hacer valer algunos compromisos adquiridos cuando fue declarado ganador de las elecciones el pasado 3 de febrero. Además, añadió que no se ha convertido en el «presidente de los que votaron por mí, tampoco seré el presidente de un sector, el presidente de un grupo o mucho menos el presidente de un partido político, seré el presidente de todos los salvadoreños, de los siete millones de salvadoreños que viven acá y los tres millones que viven afuera».
Bukele tomó protesta en un acto que tuvo una duración de dos horas y en el que hubo, abucheos de parte de los simpatizantes del presidente para diputados y para el presidente saliente Salvador Sánchez Cerén.
El nuevo gobernante comparó en su intervención, la cual estuvo cargada de emotividad y conexión emocional y menores explicaciones de acciones, al país con la situación de un «hijo enfermo» y por el que la «familia va a hacer lo imposible por querer salvarlo».
«Nuestro país es como un niño enfermo. Nos toca ahora a todos cuidarlo, nos toca ahora a todos tomar un poco de medicina amarga, nos toca ahora a todos sufrir un poco, nos toca ahora a todos tener un poco de dolor, asumir nuestra responsabilidad y todos como hermanos sacar adelante a ese niño que es nuestra familia, es nuestro país, es El Salvador», dijo Bukele, quien no mencionó, en 2,534 palabras específicas, cómo combatirá las principales problemáticas con las que recibe el país: seguridad, empleo, educación y salud, ni tampoco especificó la «medicina marga».
Sin dar cifras en detalle, Bukele también dijo que se permitirá «invertir en megaproyectos», «pensar en grande y ejecutar en grande, a largo plazo» para lograr cumplir con grandes sueños y así cambiar al país en un lapso de cinco años, tiempo en el que espera se haya convertido en «un ejemplo para el mundo, un ejemplo de que un pueblo puede salir adelante si así lo desea, si lucha por eso y lo logrará con la guía de Dios y con el trabajo de todos nosotros».
Una buena parte de esa inversión, según manifestó, se hará en la niñez para que en «el futuro tengamos el país que todos queremos» y «dejar un legado que no se borre con la historia».
Bukele, exalcalde de los municipios de Nuevo Cuscatlán y San Salvador, se convirtió ayer en el primer mandatario de post guerra que no proviene de los partidos ARENA o FMLN, además de ser el más joven en ser investido, al tener 37 años de edad.
“El Salvador es un país que ha enfrentado terremotos, que ha enfrentado gobiernos corruptos, que ha enfrentado tragedias y, sin embargo, hemos salido adelante, a pesar de todo”.
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“Nuestro país es como un niño enfermo. Nos toca ahora a todos cuidarlo, nos toca a todos tomar un poco de medicina amarga, nos toca ahora a todos sufrir un poco (…) y como hermanos sacar adelante a ese niño que es nuestra familia”.
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“Por primera vez en la historia de nuestro país tendremos un gabinete paritario, con igual número de mujeres que de hombres que fueron escogidos por su currículum”.
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“Luchando cada uno desde su trinchera, con la ayuda de Dios, nuestro país va a salir adelante. Es el juramento más importante que vine a hacer y les pido que lo hagan conmigo”.
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“Tenemos que heredar un mejor país a las futuras generaciones. Nosotros esperamos nuestra primera hija, Laila, y por ella y por los hijos de todos, tenemos que hacer un mejor país”.