Un documento de Cato Institute revela que el programa de reformas y liberalización económica emprendido en la década de los 90 ha permitido que el país baje la pobreza y mejore las condiciones de vida de la población.
Todo comenzó al inició de la década de los 90, tras la ola de globalización que entonces recién llegaba a El Salvador y que tomaba forma con la reprivatización de la banca y, a finales de la década, con la privatización de las telecomunicaciones y de la energía eléctrica, además de la reforma al sistema de pensiones, entre otros cambios económicos.
Un reciente estudio de Juan Carlos Hidalgo, coordinador de proyectos para América Latina del Cato Institute, destaca que El Salvador se ubica entre las 25 economías más libres de América Latina, no por casualidad, sino por los resultados económicos y sociales de sus reformas liberales.
Según la investigación, el porcentaje de hogares por debajo de la línea de pobreza (que vive con $2 diarios) cayó de 60% a 34.6 % entre 1991 y 2007; mientras que los hogares en pobreza extrema bajaron del 28.2% al 10.8 %, en el mismo periodo.
Hidalgo, basado en datos oficiales de El Salvador, establece que el crecimiento de la economía fue de 1.9% anual en dicho periodo, pero destaca que las cuentas nacionales parecen subestimar significativamente el rendimiento de la economía debido a mediciones deficientes, que siguen tomando como base el modelo agro exportador, cuando en realidad la economía ha transitado a un modelo basado en los servicios.
Debido a ello es probable que las mediciones oficiales sean deficientes en un 30%, por lo que la tasa del crecimiento económico per cápita desde 1992 debería rondar el 5.2 por ciento cada año.
El informe aduce que tras los Acuerdos de Paz, el programa de liberalización económica transformó la economía del país, proceso que se aceleró con la privatización de empresas estatales, la apertura comercial, la reforma del sistema de pensiones y la dolarización.
Todas esas reformas condujeron al país a que en el año 2000 se enfilara a lograr la mayoría de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) antes de su previsión para el 2015.
Otro indicador de la mejoría de vida es que, según el último censo, la cantidad de hogares con electricidad y por lo tanto refrigeradoras y televisores aumentó casi 20%, mientras las casas que utilizaban leña para cocinar bajaron un 24%.
Si bien queda mucho camino por recorrer para dejar de ser un país en vías de desarrollo, lo cierto es que El Salvador ha avanzado en la lucha contra la pobreza, comenta Hidalgo en su estudio publicado en marzo recién pasado.
SIGNOS DEL AVANCE
La reprivatización de la banca, incluyendo el marco reglamentario y normativo, la creación de la Superintendencia del Sistema Financiero (SSF) y el nuevo rol del Banco Central de Reserva que le prohibió ser prestamista de última instancia para el gobierno y las empresas marcaron el camino.
La ruta fue seguida por la creación de la Bolsa de Valores, casas corredoras y las administradoras de fondos de pensiones.
Más adelante, entre 2005 y 2006 se consolidó el sistema financiero con la venta de los bancos locales a grupos financieros extranjeros.
Como parte de la tercera generación de reformas llegó la apertura de mercados para reducir y eliminar las barreras arancelarias e implementar acuerdos comerciales bilaterales con otros países.
De esta manera, El Salvador logró tratados de libre comercio con México, República Dominicana, Colombia, Panamá y Taiwán, pero su triunfo más grande fue el firmado con los Estados Unidos, su principal socio comercial.
En la actualidad negocia uno con la Comunidad del Caribe (Caricom), la Unión Europea y está por retomar las conversaciones con Canadá, suspendidas en 2004.
Todo esto hizo que las exportaciones hayan mantenido un ritmo de crecimiento por encima del 11.2 por ciento en los últimos años.
LA DOLARIZACIÓN Y REMESAS
Otra de las medidas atinadas en los últimos años, de acuerdo con Cato Institute, fue la adopción del dólar como la moneda oficial a partir del 1 de enero de 2001, con lo cual se buscó reforzar el crecimiento que ya traía la economía.
Sus principales objetivos fueron eliminar el riesgo de devaluación para proteger el valor adquisitivo de la población, en especial de los asalariados; reducir la tasa de interés de los bancos, estimular la inversión privada y forzar a una mayor disciplina fiscal por parte del gobierno.
Las remesas se convirtieron en otro aliado importante para que El Salvador se convierta en «el tigre centroamericano», según Hidalgo, ya que los más de $3,700 millones anuales que el país recibió hasta el año pasado, le generaron recursos para pagar sus importaciones, a pesar de que el país ya no emite moneda.
Otro factor que mide la mejoría de vida de los salvadoreños fue el desarrollo de las telecomunicaciones, a partir de haber anulado el monopolio estatal de ANTEL; ahora hay más teléfonos que habitantes, cuando en 1998 la densidad alcanzaba escasamente los 8.7 teléfonos por cada cien habitantes. Y que decir de la cobertura de energía eléctrica, que también ha aumentado considerablemente.
*Tomado de El Diario de Hoy, del 15 de abril de 2009.