El asueto decretado por el Estado salvadoreño para el jueves 26 de marzo, con el fin de hacer una marcha en pro de “la vida, la paz y la justicia”, posiblemente tenga objetivos valederos y encomiables, pero su utilidad para resolver los problemas que nos tienen en una situación política, económica y social poco envidiable, es cuestionable, y pareciera hasta cínico hacer una marcha por la vida cuando en El Salvador, apegados a la letra de la famosa canción ranchera “la vida no vale nada”, con la zozobra de las extorsiones, robos y la delincuencia, el estado emocional y mental de la población es calamitoso, tenemos una tasa de homicidios de las más altas del mundo, entonces ¿cuál paz? Y hablar de justicia cuando campea la impunidad, cuando incluso el Estado ha perdido control territorial y lo ha cedido a “las maras” y la misma policía es objeto de emboscadas y ataques con armas de guerra, hablar de justicia ya es un absurdo o el colmo del cinismo, sino pregunten a las decenas de familias que a diario pierden a uno de sus miembros, o a quienes se ven obligados a huir de sus lugares de residencia por amenazas de las maras, pregunten a quienes han tenido que cerrar sus negocios y renunciar a la esperanza de una vida mejor.
El Salvador necesita acciones, necesita trabajo, empleos bien remunerados y sostenibles, necesita atraer inversiones, ser un país competitivo, ser líder, necesita pasar de las marchas, de las promesas, de los comités o comisiones, de andar “tomando medidas” cual costurera de alta moda, necesita pasar de toda esa camándula de falacias politiqueras, a las acciones.
Los salvadoreños estamos hartos, cansados y frustrados de tantas mentiras y de tanta mediocridad, hemos caído en una “ineptocracia”.
Al margen de los costos económicos del día de asueto, que son elevados para nuestra precaria economía, de ser el país de Centroamérica con la tasa de crecimiento económico más baja y el que menos atrae inversión extranjera, año con año estamos cayendo en todos los índices de competitividad y del clima de negocios, además de todo eso, con este tipo de “asuetos” el mundo nos percibe como ingenuos, faltos de planificación, desorganizados, improvisadores, desordenados. Y esto en nada contribuye a resolver los problemas ya conocidos de todos, y que de acuerdo a los políticos que dirigen los destinos del país, los propiciadores del asueto para participar en la marcha “por la vida, la paz y la justicia”, los objetivos lindan con el romanticismo pero son inútiles. Necesitamos acciones, no marchas.
¿O será que los delincuentes que impunemente andan delinquiendo en la calle y los que están ya presos, al ver la marcha y los vehementes discursos propios de la ocasión, en sus múltiples pantallas/ TVs gigantes que tienen gracias a la tregua y a la ineptitud de quienes deberían hacer cumplir la ley, se van a poner a llorar y se van a arrepentir de sus acciones?
Yo voy a trabajar el 26 de marzo, El Salvador necesita acciones, no marchas.
Autor: Walter A. Chávez Velasco
Licenciado en administración de empresas CEO y Socio fundador de Gold Service. Tiene amplia experiencia y conocimiento en la fundación, supervisión y control de empresas y grupos de trabajo